Nuestro objetivo es volver al antiguo estilo de vinificación que destacaba antiguamente al «alto valle Calchaquí» y sorprender al consumidor con un terruño diferente. La tierra de Pucará con su hierro y sus minerales otorgan al vino su buqué pimentado; un terruño con mucho carácter. Durante 340 días del año contamos con sol, las temperaturas moderadas durante el día ayudan a que la uva envere con color intenso y adquiera un óptimo grado de maduración. Las noches frescas favorecen la acidez y le dan estructura al vino. La pluviosidad anual está en un promedio de 120 ml por metro cuadrado y la irrigación se realiza a mano a través de acequias. De esta manera se imparte a las plantas la cantidad de agua necesaria. Gracias al aislamiento de la finca no existe contaminación atmosférica ni del agua. Para todo cultivo optamos por los principios de la agricultura biológica-dinámica.