Con la compra de este pequeño paraíso comenzó nuestro sueño: producir a 2.400 metros sobre el nivel del mar un auténtico vino Malbec con carácter. El único peligro natural para un viñedo ubicado en estas alturas son las posibles heladas tempranas y tardías, las demás condiciones no podian ser mejores. El agua del río Huasamayo es cristalina y pura, la tierra contiene muchos minerales y el clima es perfecto para la agricultura biológica-dinámica. Los cerros pardo ocre otorgan protección y dan marco al viñedo y así madura una uva Malbec de primera clase. Desde nuestra primera visita han pasado diez años y continúa nuestro cariño para esta tierra y su gente. Desde 2011, año de la primera vinificación, Beatrice se dedica a la finca en primavera y en otoño: «Trabajar en este lugar es un privilegio. Cuando el sol matutino tiñe de dorado las montañas, los pájaros entonan su canto y al recorrer el viñedo escucho el zumbido de las abejas silvestres agradezco con humildad al Creador por tanta belleza.»

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